viernes, 24 de octubre de 2014

La rana y el románico

Hay días en que sales, fuera de ti, en busca de la naturaleza como un poseso y regresas a casa perdido, sumido en la desesperación; lo que esperabas encontrar parece evitarte. Otros, sin embargo, no sé sabe en respuesta a qué conjunción de planetas, te das con ella de bruces, por casualidad, sin planes previos, y lejos de quedársete cara de bobo, agradeces a montes, vientos y torrenteras el magnífico acontecimiento que han accedido a brindarte. 

También, en ocasiones, te parece increíble lo que lees e, incluso, alcanzas a dudar de las pruebas, presuntamente irrefutables, que demuestran que todo aquello que has leído y en lo que no puedes creer a pies juntillas, tuvo lugar tal y como te ha sido relatado.

A veces, todo lo anterior sucede en un mismo instante. 

Boiras, torrentes crecidos, rojos y amarillos: otoño
Hará una semana marché a pasar unos días al valle de Bujaruelo con el propósito de disfrutar de esa bella paleta de colores que es propiedad exclusiva del otoño. Tras una fracasada expedición al ibón de la Bernatuara, gracias a una boira más preta de lo que uno puede soportar, y después de haber conseguido secarme de toda el agua de la que el cielo había sido capaz de desprenderse en apenas unas horas, marché a darme un paseo por los alrededores del otrora hospital de peregrinos de San Nicolás de Bujaruelo, ahora refugio, en el que estaba alojado.

Refugio de San Nicolás de Bujaruelo
Decepcionado y dándole todavía vueltas a mi decisión de regresar antes de cumplir con el objetivo marcado, mi paseo estaba libre de pretensiones: quería aprovechar las horas restantes de luz, que no eran demasiadas, para admirar la belleza del paisaje y, de paso, reconciliarme conmigo mismo. Fue entonces cuando la vi, una torpe y voluminosa rana bermeja que cabalgaba por el pasto en dirección a la orilla del río. Tras seguir sus andanzas durante unos minutos, corrí a por la cámara de fotos confiado en que a mi regreso el batracio seguiría, más o menos, por el mismo lugar. 

Rana bermeja (Rana temporaria)
No me equivoqué, aunque me costó algún tiempo volver a dar con él. Confiado en que habría buscado refugio entre la maleza próxima al cauce, fue mi sorpresa confirmar su presencia en los cantos rodados de la glera del Ara, a pocos centímetros del agua en remanso. Lejos de detenerse, mientras yo le tomaba unas cuantas fotografías, continuó su caminar pesado hasta una piedra y allí se detuvo. Intrigado, me senté en la hierba para averiguar que finalidad tenía todo aquello. No podía evitar pensar en que a minutos de que la luz del día nos abandonara definitivamente, aquel orondo ser de sangre fría, había decidido plantarse en las proximidades de un torrente de gélidas aguas que abría camino a una brisa no menos gélida. A saber en qué estaba pensando: me preocupaba.

Al borde del agua
Puede que dudara de si saltar o no a la corriente, de la belleza del entorno, seguro que, como yo, de que en ese paraje y a esa altura, a unos mil cuatrocientos metros por encima del nivel del mar, con unos inviernos de cuidado, se construyera un hospital de peregrinos, una ermita y un puente y que aquello tuviera el ajetreo que debió tener durante la Edad Media. Si bien, aquellas piedras milenarias de la ermita desgajadas por el tiempo, y el clima severo de esta parte del Mundo, el puente y el refugio que había devuelto a la vida al vetusto hospital de peregrinos de San Nicolás, construido por la Orden de los Hospitalarios en el siglo XII, nos confirmaban infundadas nuestras incredulidades.

Ábside románico de la ermita de San Nicolás de Bujaruelo y puente sobre el Ara
Allí nos quedamos los dos, sentados a la orilla del río Ara, dudando de la realidad de aquellas piedras milenarias y agradeciendo a montes, vientos y torrenteras los magníficos acontecimientos que habían accedido a brindarnos.

La rana y el románico

1 comentario:

  1. Cada estación, situación meteorológica, luz del sol y hora del día, cambian la forma ver y de vivir los espacios naturales que visitamos. Si comprendemos esto y nuestro ánimo está con ganas, y nos acompaña un poco la suerte. Seguro que sale algo interesante. Enhorabuena por el artículo y las fotografías. Me gustan todas. Un saludo.

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