martes, 7 de octubre de 2014

La araña, la mosca y la despensa

La Araneus diadematus es una araña difícil de confundir por la cruz blanca de su opistosoma, trazos característicos por los que recibe el apelativo de araña de la cruz. Recibe también el nombre de araña de jardín, pero así no hay manera ni forma de que sea determinada. ¡Pues anda que no hay arañas en los jardines! 

Cruz característica de la Araneus diadematus en el opistosoma
El caso es que durante nuestra última quedada en Susín para continuar recuperando el esplendor que nunca debería haber perdido, me encontré con una de estas arañas en el patio de casa Mallau mientras intentaba captar instantáneas de una mariposa blanca de la col libando de los dientes de león, aún en flor debido a un septiembre inusualmente cálido. No habría de quedarle mucho tiempo a esta hembra antes de poner su esférico saco de huevos en un lugar recogido y permanecer con él hasta su muerte a finales del otoño, para que luego se critique a las arañas. 

La presa ha caído en la tela
Pasé olímpicamente de las mariposas y me puse a la labor de tomar buenas instantáneas del arácnido. Lo tenía bastante complicado con el dibujo del opistosoma, que para que nos vamos a engañar es lo más atractivo de obtener, pues un montón de piedras me impedía conseguir el ángulo apropiado. Andaba yo eslomándome para solucionar esta cuestión cuando dio con su exoesqueleto en la tela una mosca sobre la que sólo puedo decir que no era una mosca común. La araña en principio no hizo ademán de haberse percatado de que su almuerzo acababa de caer preso en la red. No sé si tendría que ver con mi presencia y algún tipo de táctica evasiva, consistente en no delatar su situación, para lo que se mantenía quieta en el centro geométrico de la tela.

Enfocada, la araña de la cruz.  En primer plano, desenfocado, el díptero
Tras un primer intento de escapar de la seda captora, exhausta, la mosca dejó de moverse. Habiendo recuperado el resuello, se lanzó a un segundo intento. En esta ocasión la araña no sólo dio claras muestras de saber lo que se cocía en su tela, en nada se desplazó por el hilado y descargó sobre su víctima, con sus quelíceros, el golpe mortal. 

Primer plano del golpe mortal
Una vez inmovilizada, la araña se llevó con ella al díptero de vuelta al centro de la tela. No la envolvió en seda, aunque sí que es posible que segregara sus jugos gástricos en el interior de la mosca para iniciar su exodigestión. Yo seguía dale que te pego con la cámara, intentando recoger todos y cada uno de los movimientos del depredador; es increíble con que agilidad se mueven estas arañas por las telas que tejen. Suelo ser escrupuloso con los códigos éticos que se han de seguir siempre que uno trata de fotografiar y estudiar animales, sean de la condición que sean, pero tarde o temprano mi presencia había de alertar a la quelicerada y como buena araña de la cruz, corrió a ocultarse, sin abandonar su presa, en una hoja al canto de su tela.

La araña no envolvió en tela a su presa
Las Araneus diadematus hacen uso de una hoja cercana a su tela para descansar. No era la primera vez que observaba este comportamiento, salir por patas en dirección a donde ésta se encuentre, sin embargo, sí que fue la primera en la que paré cuenta de que en ese recoveco quedaban, lo que parecían, restos de anteriores presas. ¿Una despensa? ¡Una despensa! 

La despensa
No investigué más, yo tenía lo que quería y esta campeona se había ganado que la dejaran en paz. Marché a devolver piedras a su sitio con la seguridad de que si en vez de una mosca, en la red hubiera caído un tierno conejito, la mayoría de las personas que leerán este post habrían echado peste de mi amiga. Qué daño ha hecho Bambi, la película de Disney, a nuestras apreciaciones sobre el planeta en que vivimos: los depredadores ya no tienen ni derecho a existir.      

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