lunes, 2 de febrero de 2015

Un árbol turolense... ¿Árbol Europeo del Año?

Durante siglos, las gentes del sur de Aragón construyeron sus viviendas, calentaron sus cuerpos y alimentaron su ganado gracias a los chopos cabeceros, que fueron también, aunque en menor medida, materia prima para carpinteros o ebanistas, y utilizados para reducir la pérdida de suelo en los campos de labor cercanos a barranqueras y arroyos. 

En un territorio en el que las precipitaciones son escasas, y que ha sufrido importantes deforestaciones históricas, el manejo de los álamos negros permitiría subsanar el problema de la escasez de madera, al tiempo que se obtenían importantes beneficios en otros apartados como el ganadero. Los chopos cabeceros formaban auténticas dehesas fluviales que permitían, de vez, la producción de vigas para la construcción, o de madera para calentar los hogares, sin impedir a la cabaña ovina pastar y sombrearse en el verano y que se replegara una cosecha anual de hojas y tallos tiernos para que los rebaños fueran alimentados al llegar los hielos, poco antes de que, trashumantes, partieran hacia Levante.

Los árboles se plantaban entre fincas, junto a las acequias y, sobre todo, en los márgenes de ríos, arroyos y barranqueras para que sus raíces retuvieran el suelo agrícola y lo protegieran de ser erosionado con violencia por las crecidas propias de los climas mediterráneos. Como del cerdo, del chopo cabecero se aprovechaba todo y se aprovechaba bien y, así, los miles de estos árboles autóctonos del sur de Aragón, terminaron definiendo un paisaje único en Europa y en el mundo. 

Ovejas pastando y sombreadas por chopos cabeceros (Fuente: Natura Xilocae)
Los álamos negros trasmochos ni se diferenciaban, ni se diferencian, genéticamente de los álamos negros, por ejemplo, de parques y jardines. Es la intervención del ser humano la que los convierte en árboles extraordinarios. La tala periódica de todas las ramas (la escamonda, espaciada cada quince años) favorece el engrosamiento del tronco y que éste termine siendo coronado por una gran protuberancia callosa (la toza) de la que nacerán las ramas largas y rectas (las vigas) idóneas para la construcción. 

Dehesa de chopos cabeceros en los que se aprecia la toza y la rectitud de las vigas
Lejos de suponer un perjuicio para el árbol, su manejo aumenta su longevidad y su tamaño hasta alcanzar proporciones asombrosas e impropias de los álamos negros. Además, el incremento de grietas y de madera muerta, a resultas, convierte al chopo cabecero en una especie paraguas, esto es, una especie de la que otras dependen para su conservación. Una de las poblaciones más meridionales de ciervo volante de Europa, por ejemplo, encuentra en los chopos cabeceros las condiciones idóneas para su ciclo reproductivo. Como también cerambícidos escasos, de los que apenas se tienen noticias en la provincia de Teruel, como el Aegosoma scabricorne. Y no son pocas las veces que se observan ejemplares de agateador, o de herrerillo, introducirse por los entresijos de la agrietada corteza, en busca del nido, con ceba para sus polluelos. 

Ciervo volante (Fuente: Natura Xilocae)
Cada año, los que amamos a estos viejos árboles del sur, nos reunimos en la Fiesta del Chopo Cabecero, una convocatoria sin parangón en el resto del continente europeo. Sin duda, a ellos hemos de agradecer haber llegado hasta aquí los que descendemos de aquellas tierras duras y hermosas y la fiesta es una forma de devolver parte de lo que recibimos y seguimos recibiendo de ellos. En 2009 se celebró la primera, en Aguilar de Alfambra, y en ella se decidió que el Chopo del Remolinar fuera incluido en el Inventario de Árboles Singulares de Aragón. 

Fiesta del Chopo Cabecero 2014
Este árbol, de varios cientos de años de edad, tiene más de 24 metros de altura, 20 de diámetro en la copa y un perímetro en el tronco de casi seis. Sin embargo, no son sus medidas la que lo hacen excepcional. El Chopo del Remolinar es un símbolo, resume a la perfección la cultura de los chopos trasmochos del sur de Aragón, prueba irrefutable de la vida que inundó estos páramos y ramblas antes de que sus pueblos se vaciaran y, quizá, personalice la esperanza de que su situación poblacional pueda ser, cuanto antes, revertida.

El Chopo Cabecero del Remolinar (Foto: Natura Xilocae)
Con estos mimbres, no era de extrañar que tras conocer de la existencia de un certamen para elegir al Árbol Europeo del Año, las buenas gentes del sur decidieran proponer como candidato al centenario álamo negro del Alto Alfambra. Como no podía ser de otra forma, pasó el primer corte y ya puede ser votado (podrá serlo durante todo el mes de febrero) en la página del certamen. Con el apoyo de las personas que aman a los árboles, de las que aman los usos y costumbres ancestrales y de las que aman los paisajes, el Chopo Cabecero del Remolinar puede ser declarado Árbol Europeo del Año 2015. Sólo hay que votar, durante este mes de febrero, en:


Os pedirán que incluyáis vuestra dirección de correo, pero no paséis pena, no os enviarán publicidad. Acto seguido recibiréis un correo electrónico en el que habréis de confirmar vuestro voto.

Sin duda, él os agradecerá que contribuyáis con la iniciativa difundiendo este artículo, o cualquier otro que podáis encontraros estos días por la red. Podéis informaros de más cosas relativas a esta excepcional convocatoria en el blog del Chopo Cabecero del Remolinar.

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