martes, 16 de septiembre de 2014

A prado revuelto, ganancia de depredadores

Las praderas que aún conserva Susín, y que escaparon milagrosamente a la enfermiza ansia reforestadora del Patrimonio Forestal durante la dictadura, eran todavía un hervidero de biodiversidad a principios de septiembre. Entre las asteráceas y umbelíferas todavía en flor, agitaban sus alas, despreocupadas, distintas especies de dípteros –moscas para los amigos- e himenópteros –abejas, abejorros y avispas, también para los amigos-. Al paso de mis pies brincaban de mata en mata, como posesos, infinitud de ortópteros –saltamontes- de diferentes formas y muy variados tamaños y colores. Ajenos, en apariencia, a la escena pequeños lepidópteros –mariposas y polillas- de caprichosos atributos cruzaban delante de mis ojos captando mi atención; desestimaban unas flores y acometían el néctar o el refugio de otras.

Una asterácea, el tanacetum, rebosando en los prados de Susín
Entre tanto revuelo entomológico no podía faltar quien obtuviera del mismo su ganancia: el depredador de turno escondido entre la maleza esperando a ejecutar sobre tan abundantes presas su golpe certero. Y éste no podía ser otro que un mántido, sobre todo, si uno considera la cantidad de ootecas repartidas por Susín. Los mántidos adultos no son siempre visibles, sobre todo en los meses fríos, que superan en la fase de huevo, pero no es difícil encontrar estos objetos córneos e informes, que delatan su presencia, adosados a las piedras o a la vegetación, y en los que se adivinan cientos de compartimentos en los que la hembra aloja los huevos durante la puesta. En su origen son una masa espumosa que se endurecerá más tarde hasta conseguir su aspecto definitivo. No podía ser otro el depredador que un mántido y uno de bella factura e imponente estampa fue lo que encontré agazapado entre el herbazal: una Mantis religiosa.

Restos de una ooteca en una de las piedras que sostienen los muros de Susín
Al tomar las primeras fotografías, mientras desplazaba como buenamente podía toda la vegetación que se interponía entre mi objetivo y la mantis, lo primero que me resultó digno de admiración fue la capacidad para dirigir su mirada hacia cada uno de mis movimientos, sin perder detalle, con giros imposibles de su cabeza. Sin duda ese comportamiento respondía a su naturaleza depredadora, pues careciendo de él su éxito cazador se vería muy disminuido, poniendo en peligro la supervivencia de la especie. 

El depredador ha escuchado algo moverse a su espalda
Con ese modo tan tierno de observarme, me invadió cierta preocupación por si, con tanto coqueteo, se terminaba sintiendo atraída por mí; por su tamaño y su abdomen no era descabellado considerar que estuviera lidiando con una hembra. La idea me incomodaba, no podía obviar el fatal destino que espera a los machos de Mantis religiosa durante la cópula, cuando son devorados por su compañera. Ésta, además, inicia su ritual caníbal por la cabeza, cuidándose mucho de afectar, sin embargo, las zonas del sistema nervioso encargadas de continuar impulsando, incluso decapitado, su esperma al interior de la hembra. Es cierto que de esta forma la feliz mamá consigue un rápido aporte proteínico para sacar adelante su “pollada”, pero la verdad es que a mí, la idea de terminar de ese modo no me motivaba lo más mínimo.

Sus grandes ojos verdes compuestos no pierden detalle
Estaba claro que lo nuestro no podía ser, más que nada porque a mi considerable testuz la tengo en gran estima, y traté de que lo entendiera distanciándome lo necesario de sus grandes y hermosos ojos verdes compuestos, castigándola con el látigo de mi indiferencia. No intentó detenerme, se mantuvo en su posición natural, la que le ha dado el sobrenombre de "religiosa", al acecho de su próxima presa con sus patas anteriores plegadas cerca del rostro. No tardaría en caer con ese revuelo de principios de septiembre en Susín, ganancia de depredadores.

Al acecho

3 comentarios:

  1. Me encanta tu relato.. cada vez que vea una en Susin, y que son muchas, me acordaré de lo que has contado. Muy interesante.

    ResponderEliminar
  2. Precioso relato y bellísimas imágenes ....

    ResponderEliminar